“Todo lo infinitamente pequeño es tan interesante como lo infinitamente grande” |
JT: Estás en tu tercera ópera, si no me equivoco.
CH: Estoy terminándola.
JT: Porque después de Don Quijote vino Lázaro, esa no la conozco, y ahora estás componiendo una sobre Stefan Zweig: “Novela de ajedrez”. Ahora mismo, ¿qué te ofrece el género de la ópera, por qué sigues componiendo ópera?
CH: No escribí antes ópera porque no hubo ocasión. ¿Para qué iba a escribir una ópera en España si no iba a tener salida? Aunque seguimos igual porque Lázaro tampoco se ha estrenado aquí.
JT: Yo no la he visto.
CH: Se estrenó en Alemania en 2008. Yo no tenía contacto con el mundo de la ópera y para escribir una ópera hay que conocer un poco el mundo del teatro, mundo que, a lo largo de toda mi formación, no llegué a conocer.
De la ópera me atrae el hecho de que se llega a un público diferente, al que le gusta presenciar lo óptico, todos los elementos formando un conjunto, mientras que con un cuarteto el público es exclusivamente para el cuarteto. Es decir, se trata de una forma distinta de percibir la música. Y de la ópera, lo que me interesa muchísimo es que lo que vemos allí, que es absolutamente mentira, te puede cautivar y emocionar.
Un ejemplo: la muerte de Mimí en La bohème. ¡Es emocionante, profundamente emocionante! Y estás viendo unos actores que están cantando, que están falseando la realidad porque eso que ves no es verdad.
JT: Tú te lo crees y entras en el juego.
CH: Ni te lo planteas. Hay teatros, y eso me consta, en los que cuando se representa La bohème, los electricistas, los de la tramoya, lloran. Y ellos mismos, que son los responsables de que todo eso, que es mentira, funcione, se emocionan. Eso es lo fantástico de la ópera. ¿Y qué pasa con el dúo de Tristán? Cincuenta y dos minutos de dúo, el más largo de la historia de la música, que emociona más cuanto más se escucha.
JT: Puro fuego.
CH: Uno queda absolutamente impresionado, aún cuando el texto no esté a la altura de la música.
PG: O la muerte de Madame Butterfly. A mí también me pasa, cuando la veo lloro todavía.
“Lo esencial no está en la partitura” |
CH: En El Quijote, lo que yo he intentado es introducir la cultura del libro, la importancia del libro frente a la vulgaridad. Al final, cuando muere Don Quijote y se escucha el Hoy comamos y bebamos, se oye una campana que nos recuerda que esta cultura debe permanecer por encima de todo.
Y en Lázaro, la idea gira en torno a la muerte. Históricamente no se sabe si Lázaro existió o no, pero esa idea de volver de la muerte… Muchas veces me he planteado: si Lázaro existió y volvió a la vida, ¿su ordenador mental recuperó toda su memoria o se quedó en blanco? Como experimento sería fascinante. ¿Empezaría la vida en blanco?
Y esta Novela de ajedrez plantea la situación de cómo una persona puede sobrevivir, gracias a su espíritu, a situaciones absolutamente inhumanas y de una tremenda crueldad. Cómo a través del espíritu y del juego del ajedrez esta persona puede resurgir.
JT: Creo que con estas palabras podemos dar por terminada la charla. No quiero seguir abusando de tu tiempo, así que sólo me resta agradecerte la paciencia que has tenido por habernos atendido durante casi dos horas.
Acto seguido, Halffter tiene la gentileza de conducirnos a su estudio donde nos muestra la partitura de la ópera que está concluyendo. Un breve fragmento orquestal es lo último que le queda por escribir. Se aprecia aquí su elegante trabajo de orfebre musical donde todo está hecho a mano con la mayor de las delicadezas.
No ha dado tiempo a tratar otras muchas cuestiones: su condición de director, su interés por el ajedrez, el aspecto religioso-ritual de la música, la situación de la enseñanza musical, el papel de la electrónica en algunas de sus composiciones…
Quizá en otra ocasión.