“Lo que no se puede pretender es que la cultura resulte económicamente rentable” |
CH: Yo aprecio muchísimo la tecnología pero siempre que se ponga al servicio del hombre, de la persona. No al servicio inmediato de hacer un café con leche, por ejemplo, sino al servicio de la idea, del pensamiento. El bosón de Higgs es una maravilla del que recibimos una información muy superficial. He estado en el CERN, en Suiza, y me ha parecido excepcionalmente bello lo que se está haciendo allí. Todo eso tiene que servir para enriquecer nuestro conocimiento, ¿pero utilidad? A lo mejor alguien la aplica en el futuro, pero la utilidad práctica no es ni puede ser el fin.
JT: Es una investigación abierta.
CH: Abierta al conocimiento. Soy muy partidario de la tecnología, pero teniendo en cuenta que ha sido creada por el ser humano. No ha venido un ser del exterior que nos la haya enseñado. Han sido mentes humanas las que la han concebido. Muchas veces estoy en contra de ese tipo de música que se hace con el ordenador porque el ordenador condiciona. Escribo todo a mano, mientras que el ordenador nos limita completamente y nos sitúa al servicio de una tecnología que al fin y al cabo es expresión de quien la ha creado. Primero hace falta un conocimiento y después debe aparecer la tecnología.
Siempre pongo el caso de Hegel, en las Lecciones sobre estética, donde plantea con un gran conocimiento una reflexión sobre qué es la creación y la tecnología (la tecnología de su tiempo, se entiende). Él habla, con palabras alemanas que no tienen traducción, de la vorstellung y la darstellung. Nosotros, a eso lo llamamos representación, pero una representación imaginada: quiero hacer esto y lo imagino. Y después, la otra representación plasma materialmente la idea. Por ejemplo, alguien imagina un grupo de sonidos o una secuencia sonora y después la traduce a la partitura. Lo que no puede ser es que a través del ordenador, ya directamente, se oiga aquello y que el ordenador nos lleve por un camino que nunca habíamos querido transitar. Si no hay una idea previa no se consigue una obra válida.
Esas palabras alemanas son muy interesantes. Stellung significa posición y vor, ante. Por tanto, vorstellung es la posición anterior a realizar una melodía, un dibujo… Estoy seguro (recalcando con fuerza la palabra) de que Velázquez tenía una vorstellung de Las Meninas. Y después quizá pasó mucho tiempo hasta que realizó la parte fáctica de eso imaginado. Pero sin la imaginación no hubiese podido hacer lo que hizo: la darstellung que hoy admiramos.
“Una cosa es la información y otra el conocimiento” |
JT: Quisiera ahora aludir un poco a algunas de las obras en las que has mostrado un compromiso ético y político evidente, por ejemplo la cantata Yes, speak out, que escribes en el 68 para celebrar el 20º aniversario de la Declaración universal de los derechos humanos, el Llanto por las víctimas de la violencia, el Réquiem por la libertad imaginada… También quiero recordar tu firma del Manifiesto de los Músicos por la paz contra la guerra del Golfo Pérsico. En todo ello tú das un paso al frente y asumes una posición…
CH: Sí. Es más, yo, en las primeras elecciones democráticas del año 77, me presenté como senador dentro de un grupo de las izquierdas asociadas. En aquel momento se buscaban personas sensibilizadas con los derechos humanos para que en el Parlamento y en el Senado se elaborase una Constitución en la que éstos estuviesen presentes. Por eso me presenté y estuve a punto de salir elegido. Me quedé el tercero y solamente podían salir dos senadores por la provincia de León.
JT: Mejor para tu vida y para el arte que no salieras.
CH: Sí, sí, para todo, para todo. Pero yo fui consciente de que mi país necesitaba de personas receptivas a este tipo de cuestiones.
JT: ¿Piensas que se necesita que el artista adquiera ese compromiso con su tiempo, con su sociedad?
CH: Compromiso político pienso que no es necesario…
JT: Yo me refiero no tanto a lo político, sino más bien a lo ético, a lo humano.
CH: Lo necesario es un compromiso ético. Yo estuve en Alemania entre el 36 y el 39, desde los seis hasta los nueve años. Nazismo puro.
JT: Hitler en su plenitud.
CH: Eso para mí supuso una vacunación. Me vacuné contra la dictadura. No soportaba, ya con siete años, que me dijeran: esto es así porque lo digo yo. Cualquier cosa, cualquier idea que se tenga que imponer por la fuerza no es válida, ha perdido su razón.
“La gente vive muy informada pero con un desconocimiento total de la realidad que le rodea” |
JT: Quisiera referirme ahora a algunos recuerdos que tengo de unas clases magistrales de composición que impartiste en el 93 durante unos cursos de verano de El Escorial. Creo que no me traiciona la memoria cuando recuerdo que dijiste algo así como que el compositor tiene una gran responsabilidad cuando crea su obra, porque ésta es, en cierto modo, reflejo de su tiempo y una propuesta que tiene que estar a la altura de ese tiempo…
CH: Lo que pasa es que esa mentalidad, muchas veces, es inconsciente. Uno es fruto de su tiempo porque vive en ese tiempo. Lo que hay que saber, y vuelvo otra vez a una palabra alemana, la weltanschauung, es cómo es el mundo que nos rodea. Porque claro, un señor que vive aislado en una montaña puede decir: “mi conocimiento es éste, mi mundo es éste, yo no conozco más”. Eso es peligroso porque a lo mejor, debido a la falta de información, alguien inventa el teléfono. Y entonces decimos: ¡Qué extraordinario lo que ha creado! Pero su hazaña resulta completamente inútil, no sirve para nada. Y en lo relativo a la música, quizá inventa la forma sonata o compone una fuga, y esto ya fue hecho y estuvo a la altura de su tiempo. Debemos saber lo que se está haciendo hoy para luego elegir lo que podemos aportar nosotros a nuestro momento.
JT: Cuando la Fundación BBVA te concede el premio “Fronteras del conocimiento” en 2010 por impulsar la música contemporánea europea, tú declaras: “es un espaldarazo fundamental a la música como campo del conocimiento”. En numerosas ocasiones has reivindicado que la música debe ser reconocida de una forma mucho más seria ya que goza de poca consideración. ¿Por qué crees que esto sigue siendo así?
CH: Antes de nada, debe subrayarse lo que ha hecho la fundación del BBVA, porque en todos los premios importantes del mundo, cuando se otorgan a la música, no se distingue entre creador e intérprete. Aquí estriba, con todos mis respetos, el hecho de que en general sean los “Plácido Domingo” los que reciban los premios, ya que ahí se representa el espectáculo. La mayor parte de las fundaciones -no todas- conceden sus premios como una forma de publicidad. Indudablemente, un “Plácido Domingo”, y no quiero decir él en concreto, pues me inspira la mayor de las admiraciones, es mucho más popular que un “Lachenmann”, por ejemplo, por citar un compositor comprometido con el tiempo en que vive.
JT: Lógicamente.
CH: Lo importante aquí reside en el hecho de que la Fundación BBVA dice: “lo que queremos es que la música de nuestro tiempo esté dentro de las fronteras del conocimiento”. No es que desprecie lo otro, sino que de esta forma se nos pone a la altura de la ciencia, de la literatura, de lo que crea el mundo de hoy, cosa que no hacen demasiadas instituciones.