“La carencia de simetría me atrae mucho” |
JT: Cuando tú has reivindicado la importancia de la música, de la cultura en general, como un valor esencial para el ser humano en unos tiempos de una banalización hiriente, has declarado que rescatar El Quijote “es un grito contra la vulgaridad y en defensa del libro”, en defensa de esa civilización de la que venimos. Quiero recordarte aquí unas palabras de Andrés Amorós, el libretista de tu ópera Don Quijote: “Llamamos hoy quijotismo a la defensa abnegada y generosa de los más elevados principios morales. En el mundo de hoy, defender el esfuerzo noble frente a la actitud que lo supedita todo al éxito es una de las lecciones más necesarias que cabe imaginar”. Pues bien, ¿crees que puede sobrevivir en el futuro esta actitud quijotesca de generosidad, de entrega al trabajo, de no persecución de un reconocimiento efímero?
CH: Completamente. Porque si no sobrevive nos situamos en otra esfera, y es muy difícil que el ser humano entre en una dimensión donde la vulgaridad, lo banal, lo económico sea lo principal porque llevamos cinco siglos en los que lo que permanece es lo contrario. Si pensamos en Egipto, en la belleza que había en todo y que el pueblo comprendía… Ahora parece que algo es bello cuando lo admiran millones y no es así.
No es así aunque yo respete mucho a esos millones. Lo que no podemos hacer es impedir que el ser humano siga manteniendo los conceptos de belleza y de ética. Cualesquiera, pero un concepto ético que responda a la esencia del ser humano. Yo soy cristiano, ¿por qué? Por el respeto que el cristianismo tiene por el ser humano, tanto mujer como hombre. Tu enemigo es tu amigo, debemos respetarnos. Por esto soy cristiano, y porque el cristianismo, además, ha creado una forma de pensar y de ser en nuestra cultura occidental.
Pienso que esta cultura nace en Grecia con la filosofía, continúa después con el derecho romano y luego sigue con el cristianismo, los tres pilares fundamentales de nuestra civilización occidental. Esta civilización tiene una particularidad que se plasma en la evolución en paralelo de todo el pensamiento junto con las artes, circunstancia que en las demás civilizaciones no encontramos. Porque la pintura culta china o japonesa sigue siendo igual que hace ocho siglos. Y lo mismo podríamos decir de la cultura árabe.
JT: Si escuchamos músicas hindúes o japonesas tradicionales…
“Es muy difícil que el ser humano entre en una dimensión donde la vulgaridad, lo banal, lo económico sea lo principal” |
CH: Mientras que nosotros nos planteamos: ¿es posible entender a Mozart sin la Ilustración? Imposible. ¿Qué relación hay entre el Sturm und Drang y la música? Brahms y Mozart, ¿en qué se diferencian? La diferencia está en que Mozart pertenecía a su tiempo y creaba música de su tiempo y Brahms, lo mismo, cerca del post romanticismo. Entonces, ¿cuál es mejor? Cualquiera. Ahora bien, debemos cuestionarnos, en el siglo XXI en el que estamos, ¿qué es lo que refleja hoy ese espíritu?, ¿un concierto de rock? No.
JT: Lo tiene que representar la cultura más elevada de ese momento, lógicamente.
CH: Y esa cultura es la que hay que proteger. Todo esto nos conduciría aquí a introducirnos en cuestiones de tipo político, pero lo que no se puede pretender es que la cultura resulte económicamente rentable.
JT: Es que el planteamiento no puede ser la rentabilidad. Lo mismo que en la educación o en otras cosas.
CH: El Museo del Prado no puede ser rentable. Ya es inmensamente rentable por otras razones. Pensemos lo que sería de la Biblioteca Nacional si nos dijeran: “tiene que ser económicamente rentable”. ¿Qué pasa entonces con estos manuscritos del siglo XII que hace trescientos años que a lo mejor no los ojea ni lee nadie?
JT: Los meterían en un sótano y a pudrirse.
CH: Sí, los meterían en un sótano. Pero mantener esos manuscritos en buen estado para que los pueda ver alguien interesado cuesta mucho dinero.
“Ahora parece que algo es bello cuando lo admiran millones y no es así” |
JT: Has dicho en alguna ocasión que hemos olvidado lo que el arte ha representado en nuestra cultura y has mencionado como ejemplo que los artesanos que construyeron catedrales medievales como la de Chartres eran personas pobres en lo material, pero de una sensibilidad e intuición excepcionales. Decías que esa riqueza espiritual que percibíamos en esos artistas, de alguna manera, se está perdiendo y que nos estamos alejando de esa tradición. Creo que en ese punto te estabas refiriendo, en parte, a la tecnología.
CH: La tecnología es algo extraordinario, pero siempre que la utilicemos de la forma adecuada.
JT: En relación con esta presencia tan poderosa de la tecnología en nuestras vidas, en alguna ocasión has comentado que te parece imposible leer a Aristóteles o una partitura en una pantalla, que eso te aleja del objeto artístico, de lo que tiene de artesanía. Mi pregunta es: ¿hasta qué punto crees que esa intromisión de la tecnología está siendo negativa en nuestras vidas o si la estamos enfocando mal?
CH: En la ciencia, que es la madre de la tecnología, se está intentando que los investigadores construyan cosas rentables. Se crean grupos de científicos, eso que se llama think tank, para que conciban y diseñen objetos que produzcan un beneficio. Es una equivocación.
Debemos pensar e idear cosas pero con el objetivo de lograr el conocimiento. Una cosa es la información y otra el conocimiento. El exceso de información impide tener conocimiento. Escuchamos hoy temprano las noticias en la radio al levantarnos, cogemos luego el periódico… y al final hemos recibido una cantidad de información terrible. Y eso no sirve para nada. Entonces, para saber lo que realmente pasa hay que hacer un esfuerzo muy grande y buscar en libros, pensar las cosas… y para eso no hay tiempo. La gente vive muy informada pero con un desconocimiento total de la realidad que le rodea.
JT: Una saturación de datos superficiales que no te permiten entender las cosas.