Cristóbal Halffter

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 “La información no es conocimiento”

Halffter dirigiendo

Juanjo Talavera

Apenas iniciado el año de 2012, el día 2 de enero me dirigí desde Madrid a la residencia de Cristóbal Halffter en El Bierzo. Mi buen amigo Pablo González se prestó a acompañarme para hacer las fotografías que ilustrarán esta entrevista.

Nuestro compositor vive en un castillo de finales del siglo XV, circunstancia que podría inducir a algunos a recordar aquel tópico del artista aislado en su torre de marfil. Nada más lejos de la realidad cuando se trata de Cristóbal Halffter: el compromiso ético con su tiempo, la poderosa modernidad de su técnica, la constante preocupación por crear una obra útil para la sociedad en la que vive o el profundo humanismo que anima su producción lo desmienten categóricamente.

Foto 1 (Residencia de Cristóbal Halffter)Traspasar el umbral de ese castillo nos transporta a una esfera en la que el ruido o la obscena vulgaridad que por doquier nos rodea son sustituidos por la armonía, la belleza y el arte.

Los primeros recuerdos musicales de Halffter se remontan a su madre, que además de tocar el piano tenía una gran formación musical, y a sus tíos Rodolfo y Ernesto, compositores importantes con quienes siempre mantuvo una buena aunque discontinua relación debido a las constantes ausencias.

Será en compañía de Ernesto cuando, a la edad de 11 o 12 años, asiste en Madrid a un homenaje que se tributaba a Manuel de Falla con la interpretación del Retablo de Maese Pedro y del Concierto para clave, obras que le producen una profunda impresión.

Cuando Halffter decide dedicarse en serio a la composición opta, aconsejado por su padre, por buscar un maestro con el que trabajar de forma continua ya que con sus tíos no es posible hacerlo puesto que no residían en Madrid.

La elección recae en Conrado del Campo, músico de sólida formación que conocía con profundidad la gran tradición germánica pero que no estaba demasiado interesado en las corrientes más modernas de la evolución musical (Debussy, Stravinsky, la Segunda Escuela de Viena…).

“De la ópera me atrae el hecho de que se llega a un público diferente”

Esa generación previa a Halffter que ha desaparecido a causa de la Guerra Civil (exilio, silencio…) le obliga a realizar una labor de descubrimiento esencialmente autodidacta en la que va a resultar muy revelador, a sus 14 o 15 años, el acceso a la biblioteca de su tío Rodolfo donde se encontrará con partituras de autores como Schoenberg o Webern.

En los años 50 realiza varios viajes importantes. En el 54, con su tío Ernesto, va a París por primera vez donde conoce una realidad cultural que no era posible imaginar en la España del momento. Poco después, en noviembre de ese mismo año y ya solo, vuelve a París a un festival internacional de música contemporánea; y más tarde, en el 57 y con una beca, viaja a Roma.

Pilar Lorengar, Igor Stravinsky, Cristóbal Halffter y Ataulfo Argenta2Un acontecimiento muy especial de su juventud lo constituye su encuentro con Stravinsky cuando éste visita Madrid para dirigir. Ataulfo Argenta se lo presentó en los ensayos, tras lo cual pasó dos días junto al maestro ayudándole con la traducción.

CRISTÓBAL HALFFTER: Después de un ensayo, Stravinsky, que entonces era ya mayor, me decía: “nosotros seguimos hablando, pero, por favor, ¿me puede dar masaje en la espalda?”. “Pero si yo no tengo ni idea”, le respondía. Y él continuaba: “esto es un linimento y usted me lo da por la espalda y por el pecho, pero seguimos hablando”. Y mientras estaba frotándole la espalda, le dije: “maestro, yo estoy dándole masaje a la historia de la música”, a lo que él respondió: “bah, no sea…”, como quitándole importancia.

JUANJO TALAVERA: Despierta una gran curiosidad en mi el momento en que conoces a Maderna, Berio o Dallapiccola cuando visitas Milán en 1957. ¿Cómo recuerdas aquella etapa, qué significó para ti encontrarte con estas figuras de la música europea?

CH: Supuso, primeramente, una relación personal con unos artistas que yo conocía y que, por tanto, sabía lo que hacían. Después, la posibilidad de dialogar no sólo de música sino también de muchas otras cosas, especialmente de cultura en general. Y finalmente, la constatación de que era posible hacer música de nuestro tiempo en lugar de música ligera. Podíamos hacer música seria, música culta, música con un interés cultural.

JT: Fuiste consciente en aquel momento de que había posibilidades de hacer ese tipo de trabajo.

CH: Para mí constituyó un descubrimiento decisivo, porque ya entonces había una gran invasión de la música de pasatiempo. Hoy en día estamos completamente invadidos en ese sentido.