Artículo publicado en el número de octubre de 2023 de la Revista Ritmo
Juan Vicente Chuliá, texto y fotografías
Veinticinco años no es nada
Una mañana de febrero de 1998, en la cafetería del Hotel Suecia de Madrid, junto al Círculo de Bellas Artes, un reducido grupo de compositores se reunía para poner en marcha un proyecto que, veinticinco años más tarde, se ha consolidado como una de las referencias de la creación musical contemporánea en España: la Asociación Madrileña de Compositores y Compositoras AMCC.
En aquellas fechas, la música clásica actual creada en la Comunidad de Madrid adolecía de la falta de una entidad asociativa que se ocupara de tareas como la defensa de sus derechos autorales, la divulgación pedagógica entre las jóvenes generaciones, la colaboración con las agrupaciones de los Conservatorios y con orquestas jóvenes, o la promoción de la obra de sus asociados. Un territorio amplio y, hasta ese momento, desorganizado.
La creación de un grupo solidario y activo de socios era más necesario, si cabe, en una profesión que por su propia idiosincrasia suele trabajar en aislamiento, debiendo luchar de modo individual para abrirse un hueco y poder hacer oír su voz en una sociedad desconocedora de una música que sigue la gran tradición culta.
En aquellos finales del siglo XX ya existían algunas pequeñas asociaciones de compositores en otras comunidades autónomas; pero al no existir una a nivel nacional, era urgente y necesario que se creara la de la Comunidad de Madrid, ciudad en la que residen muchos de los compositores más representativos de todo el territorio nacional. Es cierto que anteriormente existía una Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles, la ACSE, pero había perdido paulatinamente presencia en el territorio español.
La fundación de AMCC pretendía aglutinar los intereses individuales de los compositores madrileños (o vinculados con Madrid) con la intención de defenderlos y valorarlos ante la sociedad y las instituciones públicas, sí, pero era también un proyecto basado en la ilusión: las primeras propuestas hablaban de realizar una tertulia semanal; ya desde su creación y en la misma denominación de la asociación se puso énfasis en incluir a las compositoras, mostrando una voluntad de integración y modernidad. La visión de lo contemporáneo tenía que proponerse más allá de lo estrictamente musical: trataba también sobre reivindicar y hacer avanzar la cultura de su tiempo.
Esa reivindicación inicial sería la propuesta de salida de la primera presidenta de AMCC, Marisa Manchado, que abundaba en la senda abierta por otras compositoras anteriores como María Luisa Ozaita en reivindicar la labor de la composición hecha por mujeres. Actos que hoy nos parecen cotidianos y naturales podían ser rabiosamente contemporáneos veinticinco años atrás.
Así echaba a andar una asociación con una junta directiva inicial formada por Marisa Manchado, José Luis Turina, Enrique Igoa, Mercedes Zavala, José Luis Carles, Juan Pagán, Jacobo Durán-Loriga, Pilar Jurado, y Zulema de la Cruz. Una época de incertidumbre que Turina ha calificado en ocasiones, no sin sentido del humor ni de nostalgia, como “tiempos heroicos”.
Como recuerda Sebastián Mariné, actual presidente de AMCC: “el primer acuerdo fue realizar un concierto en el que todos los compositores asociados escribiesen una obra de un minuto de duración para presentar la asociación, y que interpretamos la compositora y soprano Pilar Jurado y yo”.
A partir de ese primer concierto-presentación, realizado el 4 de noviembre de 1998 en el Círculo de Bellas Artes, dentro de las actividades del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, surge la necesidad de organizar algo más estable y sólido que permita una mayor proyección. Ahí aparece la idea del Festival COMA.
El Festival Internacional de Música Contemporánea de Madrid, COMA
El primer Festival COMA surge en 1999, aún bajo la presidencia de Marisa Manchado, coordinado por Pilar Jurado con medios modestos y buena voluntad. En aquel entonces la Asociación Madrileña de Compositores cuenta con apenas cuarenta asociados, entre los que se incluían como socios honoríficos Luis de Pablo y Cristóbal Halffter. El propósito original del Festival era sencillamente ofrecer al público la oportunidad de conocer la producción compositiva que, por falta de presupuestos o espacios públicos, no se estaba estrenando. Ese modelo germinal que aún pervive, ha evolucionado también buscando otros caminos de expresión y alcance internacional que veremos más adelante.
El compositor y actual director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Tomás Marco, nos pone en contexto del inusual modelo de festival: “El COMA es, en España, el único festival amplio y omnicomprensivo que organiza una asociación de compositores. Pero, además, la distinción importante que se debe hacer es que el modelo que sigue el COMA es el de los grandes festivales institucionales que hay en otros lugares, pero que en Madrid depende de la Asociación Madrileña de Compositores. Este modelo híbrido es una excepcionalidad: el COMA se parece a los grandes festivales institucionales europeos en su ambición y dimensiones, pero su organización se asemeja a la de los festivales de música contemporánea norteamericanos que, fuera de los círculos universitarios, siempre suelen ser organizados por asociaciones de compositores, o de intérpretes y compositores.”
En ese sentido, hay que valorar el esfuerzo económico que realiza la masa social en la organización del evento, fomentando el acceso con entrada libre a todos los conciertos para cumplir con los objetivos estatutarios de difusión de los nuevos lenguajes. Es algo que en otros países de nuestro entorno podría parecer incomprensible, ya que entienden las expresiones de música culta como una herramienta nacional de identidad demostrativa de un alto índice de desarrollo, sirviendo así también como instrumento en su diplomacia internacional. Aquí viene construido desde las bases, con esfuerzos colectivos a los que las instituciones se han ido sumando a partir de ayudas en régimen de libre concurrencia competitiva. Toca remar.
Además, las peculiaridades del Festival COMA hacen que no se pueda medir con otras manifestaciones similares. Cuando algún crítico ha tratado de hacerlo, ha demostrado cierta falta de contexto: es cierto que en el COMA se interpretan obras de figuras consagradas, premios nacionales de música (miembros de AMCC o no) y compositores de talla internacional, pero también que la pretensión actual del Festival es la de servir, además, como cantera y acelerador de compositores, permitiéndoles estrenar obras con plantillas a las que no podrían acceder habitualmente, y coexistir de forma natural, tanto presencial como artísticamente, con compañeros más experimentados. Los compositores no surgen ya consagrados. El COMA ha facilitado un número de estrenos de obra que no tiene equiparación en ninguna programación nacional, incluida la del CNDM. Eso ayuda a dar continuidad a la escritura y produce a veces gratas sorpresas, como que Alicia Díaz de la Fuente, socia desde la misma fundación de la asociación, obtuviese el Premio Nacional de Música en el año 2022.
Sebastián Mariné apunta al balance positivo de ese esfuerzo: “El público que acude al COMA ha descubierto ya que la música contemporánea es diversa. En un mismo concierto pueden escucharse obras de nueva complejidad al lado de una pieza repetitiva o neotonal. Es una muestra real de lo que se está haciendo ahora: una coexistencia de diversas estéticas que van de lo tonal a lo atonal, de lo aleatorio a lo serial, de lo matérico a lo modal…”.
Tras finalizar la presidencia inaugural de Manchado en AMCC fue sustituida por Pilar Jurado. Con ella comienza una época de crecimiento, ambiciosa por los resultados obtenidos: el Festival COMA se celebra en salas del Auditorio Nacional, del Museo Rena Sofía, en el Museo del Prado, la Casa de América… intervienen figuras internacionales del calibre de Julien Dieudegard, Michel Bourdoncle, Solistensenmble des Orchester der Deutschen Oper Berlin o la Kammerensemble modern der Deutschen Oper Berlin y un largo etcétera. La programación, compacta y enjundiosa, eleva las exigencias y busca lo interdisciplinar. Se programan estrenos de compositores ganadores del Premio Nacional de Música de España, Premio Iberoamericano Tomás Luis de Victoria, Medalla de oro de Bellas Artes, Premio Honegger…
Pilar Jurado comenta: “Un año después de la creación de AMCC asumí la presidencia y estuve casi once años. En muchas ocasiones tuve que tomar decisiones de forma muy personal. Tuve claro desde un principio que el único modo de obtener visibilidad era que tuviésemos un escaparate para que los compositores pudiesen mostrar su música. El COMA es hoy un festival absolutamente ecléctico y consolidado que ya forma parte del tejido cultural de Madrid”.
Cuando Pilar Jurado finalizó su presidencia, dejando paso al actual presidente Sebastián Mariné, se dieron unas circunstancias excepcionales que afectaron de un modo muy claro al devenir del Festival durante los siguientes años: corría el año 2009 y acababa de estallar la crisis de la burbuja inmobiliaria en España, la cual provocó a su vez una crisis económica, social e institucional en el periodo 2008-2013 que venía, además, de la mano de una crisis internacional. En un contexto socioeconómico tan complicado, las fuentes de financiación se contrajeron: había que redimensionar los esfuerzos. En veinticinco años pasan muchas cosas y no siempre buenas.
La labor de Mariné durante ese periodo de crisis consistió en trabajar con responsabilidad y sensatez: tratando de sortear el temporal para que el COMA sobreviviese en un entorno hostil hacia la cultura, con mínima ayuda externa. El Festival trabajó entonces en condiciones difíciles, como también lo hicieron muchas otras manifestaciones artísticas y culturales, algunas de las cuales se quedaron por el camino (como ejemplo, el Festival de Música Contemporánea de Alicante, un referente nacional, cerró sus puertas en el año 2013).
Redimensionar el Festival mientras pasaba la tormenta exigió de la colaboración de todos: el propio Mariné asumió como pianista la interpretación de conciertos sin coste alguno, como lo hizo el Grupo de Música Contemporánea del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid que él mismo dirigía. Algunas formaciones se rebajaron los cachés. Otras plantillas y solistas ofrecieron conciertos gratuitos. A pesar de la incertidumbre, la voluntad de mantener vivo el proyecto se impuso.
Hubo que esperar a que amainase para comenzar a buscar un modelo sostenible en lo artístico y en lo económico. En los últimos años, en un entorno menos rocoso, ha habido un necesario proceso de saneamiento económico y profesionalización de los procesos de gestión que ha ayudado a sobreponerse a periodos pasados. Hoy en día, tanto AMCC como el Festival COMA cuentan con excelentes aliados institucionales y privados y la deseada complicidad de gobiernos locales, autonómicos y nacionales. La aportación creativa y material de los 120 socios actuales es también una garantía de solidez. Hay que destacar la preocupación pedagógica que ha impulsado a publicar colecciones de pequeñas piezas pensadas para el grado elemental de piano, violín y guitarra, dado el nutrido grupo de docentes que conforma AMCC.
Mientras todo esto sucedía, se siguió interpretando música. En el año 2020, durante la peor parte de la pandemia, se lograron celebrar todos los conciertos programados: un milagro. Esa labor continuada en el tiempo ha producido una enorme riqueza cultural: más de 400 conciertos celebrados, además de cursos y conferencias. Más de 1000 intérpretes participantes. Se han interpretado alrededor de 2700 obras de más de 220 compositores, con más de 1100 estrenos absolutos, cuyo legado personal y artístico ya forma parte del patrimonio musical.
Imposible resumir a todos los intérpretes en unas líneas. Por el COMA han pasado el Nuevo Ensemble de Segovia, Trío Arbós, Ensemble Kuraia, Orquestra de Cambra Catalana, Sigma Project, Trío Musicalis, Sonor Ensemble, Neopercusión, JORCAM, Ensemble Solistas de Sevilla… Y solistas como García Fuertes, José Mª Santandreu, Manuel Guillén, Claudio Martínez-Mehner, Mario Prisuelos y un largo etcétera. Una representación exhaustiva de la interpretación de obra contemporánea.
Celebrando el XXV Festival Internacional de Música Contemporánea de Madrid, COMA’23
Las efemérides son para celebrarlas, y más en una fecha redonda como es el cuarto de siglo de existencia. Para poder movilizar el COMA’23 desde el inicio e implicar a los intérpretes en la celebración, se realizó por primera vez una convocatoria abierta, a la que se presentaron 107 propuestas entre solistas y plantillas de diversa configuración. Se trataba de conectar a los músicos al Festival, abriendo las puertas a nuevas propuestas. Y así ha sucedido.
Esta primera medida supone el inicio de la nueva estrategia que se abre al futuro, atendiendo a los cambios sociales y económicos, con un incremento en la masa social y en las necesidades de difusión. Desde AMCC, y bajo el trabajo de su junta directiva, se busca abrir un nuevo capítulo que aporte novedades a la concepción original, dando mayor transparencia a los procesos, sirviendo de cantera a los jóvenes intérpretes, multiplicando las conexiones entre los diferentes actores para generar un tejido musical interconectado… Se abre un capítulo nuevo para definir el futuro.
El COMA’23 proponía una de las programaciones más novedosas y atractivas de su larga trayectoria, que incluía conciertos de formaciones provenientes de 6 comunidades autónomas diferentes, agrupaciones de Alemania, Suiza y Portugal, hasta llegar a los 22 conciertos y una conferencia en dos intensos meses de actividad.
Hacia un planteamiento internacional
Con la intención de afianzar su vertiente internacional y establecer vínculos de relación con otros compositores e intérpretes, el COMA reforzaba su denominación de Festival Internacional de Música Contemporánea de Madrid con la creación de [Inter\Ciclo], un ciclo de mirada internacional específica comisariado por Sergio Blardony, así como la renovación de su página web www.amcc.es.
A pesar de que la música de otras latitudes ha sonado en el COMA de forma frecuente, [Inter\Ciclo] propone una mirada específica y razonablemente exhaustiva sobre un país invitado. En las últimas ediciones los países invitados fueron Francia y Austria. En el caso de Francia, y en una inédita colaboración con el Ministerio de Cultura Francés, se pudieron escuchar agrupaciones como Ensemble Sillages o el dúo formado por Stéphane Sordet y Jean-Marc Fessard interpretando obras de Darras, Boulez, Grisey, o Hurel, entre otros. La propuesta austríaca contó con la colaboración del Foro Austríaco en Madrid, y nos permitió disfrutar del Ensemble Oenm o de AerDuo interpretando a compositores como Neuwirth, Cerha, Furrer o Lang.
En el COMA’23 fue el turno de Suiza, que a través del apoyo de entidades como Prohelvetia o Nicati De Luze nos acercaron a Continuum XXI o a la saxofonista Bera Romairone para proponernos una escucha que abarca desde Mundry o Vassena a Arias o Meierhans. Con cada país invitado se va consolidando una voluntad de escucha consciente de las nuevas propuestas, que a su vez repercute en la consideración internacional del propio festival.
Más allá del COMA: presente y futuro de AMCC
La actividad de AMCC no se limita ni se detiene en la organización y celebración del Festival COMA, que evidentemente ocupa buena parte de sus recursos logísticos y económicos. En los últimos años, ha desarrollado una actividad frenética para establecer un diálogo fluido con los actores institucionales relevantes tanto a nivel local como nacional. Fruto de esos contactos se han cristalizado convenios como el firmado con la Orquesta y Coros de la Comunidad de Madrid ORCAM para fomentar la interpretación de la música creada en la Comunidad y que deberá concretarse en breve.
Igualmente se ha establecido un convenio con el CDAEM, el Centro de Documentación de Artes Escénicas y de la Música dependiente del INAEM, para la cesión en régimen de comodato de los fondos sonoros y audiovisuales generados por la asociación durante su larga trayectoria. Esto supone la cesión de miles de obras, buena parte de ellas estrenos absolutos, para su archivo y puesta a disposición de investigadores, docentes y público en general.
Gracias a las excelentes relaciones que AMCC mantiene con la Orquesta y Coros Nacionales de España, y en un esfuerzo de su Director Técnico Félix Palomero, el Ciclo Satélites de la temporada 2023-2024 de la OCNE, celebrado en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, contará nada menos que con ocho conciertos con presencia de compositores de AMCC, en celebración del 25 aniversario de la asociación, lo que se hizo público en la presentación oficial de la temporada incluyendo el logotipo diseñado para la efeméride en su catálogo y programas correspondientes.
AMCC mantiene contactos regulares con instituciones como CNDM, Instituto Cervantes, INAEM, SGAE o Acción Cultural Española, siempre buscando fórmulas de promoción y difusión de la música contemporánea más allá de los límites geográficos establecidos.
Fruto de estos contactos regulares se ha llegado, además, a un acuerdo excepcional con Fundación SGAE, que tomará forma concreta este mismo mes de diciembre, con la coorganización de las I Jornadas de Encuentros Profesionales de Música Contemporánea de España. Concebidas como un lugar de encuentro profesional apoyado en paneles de expertos y con espacios de diálogo, pretende canalizar lo que normalmente son iniciativas puntuales, agrupadas esta vez en torno a un foro dinámico de reflexión y colaboración. Paneles como “Música contemporánea y transversalidad cultural”, “La música española contemporánea en las programaciones”, “La música contemporánea española en el contexto europeo” o “Nuevos espacios de difusión y distribución de la música contemporánea” propondrán desarrollar un marco de comprensión y encuentro entre compositores, programadores, editores y gerentes de orquestas.
Al cierre de estas Jornadas de Encuentros Profesionales se pondrá en marcha otro importante hito: la entrega de los I Premios AMCC, una iniciativa que pretende reconocer labores de investigación y divulgación sobre la música contemporánea.
Los retos de futuro no son, sin embargo, menores que los pasados: el Festival COMA, a pesar de su crecimiento continuado, necesita de una relación institucional más estrecha con la administración pública para salir de la excepcionalidad europea en la que pervive; es necesario regresar a algunos escenarios de primer orden nacional como Teatro Real o Auditorio Nacional; hay que establecer acuerdos de peso con instituciones que representan nuestra cultura en el escenario internacional para trazar un plan estratégico de difusión y promoción de la creación musical desarrollada en nuestro país. Dicho de otro modo: hay que integrar lo extraordinario en lo ordinario, porque engranar las nuevas corrientes musicales en el tejido cultural de nuestra sociedad civil, a través de las instituciones pertinentes, es lo que permitirá realmente trasladar una imagen de eficiencia pública en la gestión de los recursos, pero, y sobre todo, una percepción inequívoca de país que ha sabido interpretar su contexto internacional y que viaja en el mismo vagón que sus vecinos europeos. Y sí, la música también es capaz de eso.
Los últimos 25 años de AMCC y el Festival COMA han sido un viaje fascinante por la creación contemporánea española en los albores del siglo XXI. Pero también, como toda manifestación sujeta a su tiempo, ha sido testigo y partícipe de la evolución de este país desde lo económico hasta lo social. Porque música y cultura no son ajenas al cambio de su entorno. Son generadoras del mismo.
Por veinticinco años más.